Sin embargo, la digitalización de los despachos es una tarea que, nos guste o no, ya no puede postergarse. El contexto social y tecnológico puede estar acercando a los bufetes a un punto de no retorno en el que, inevitablemente, tendrán que embarcarse en un proceso de profunda transición. El sector legal está al borde del abismo de la digitalización y los despachos que no levanten el vuelo, se hundirán.
¿PERO REALMENTE ESTAMOS EN EL PUNTO DE NO RETORNO PARA ADOPTAR DECISIONES ESTRATÉGICAS DE DIGITALIZACIÓN?
Para aquellos que piensen que estamos pecando de alarmistas, vamos con algunos datos:
1. Imposibilidad sobrevenida de efectuar el trabajo: Todos los actores con los que se relaciona la profesión se están digitalizando, por lo que la falta de capacitación digital hará imposible el trabajo de un despacho.
a. La Justicia europea y española está en plena digitalización. Por un lado, con el nuevo sistema de cooperación transfronterizo de la Justicia de los Estados miembros, hasta con la adopción continua de programas y herramientas digitales como, Buscador 360 (para la localización de información de expediente jurídicos en todo tipo de información, ya sea documental, videos o audios) o Digalaw X, para la transcripción de voz en texto.
b. La Administración electrónica: El Plan de Digitalización de las Administraciones Públicas 2021-2025 es uno de los elementos principales del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, de modernización de las Administraciones Públicas, que recoge el desarrollo de las actuaciones concretas que se llevarán a cabo dentro del ámbito de la administración digital.
c. Los Registros electrónicos: La Ley 11/2023 que transpone las Directivas de la UE de las actuaciones registrales ha supuesto la digitalización de los Registros de la Propiedad y Mercantiles, estando previsto para el 9 de mayo de 2024 que las inscripciones sean electrónicas.
Lo anterior significa que la necesidad de perfiles híbridos en los despachos legales es real; pues resulta insostenible tener eficiencia si existe falta de capacitación digital en nuestro personal, o incluso en cierto grado de analfabetismo digital.
2. Imposibilidad de prestar asesoramientos jurídicos correctos: La aparición de la inteligencia artificial, el blockchain, los dispositivos IoT, la ciberseguridad, la protección de datos o los vehículos autónomos, están ocasionando nuevos desafíos jurídicos de carácter civil, penal, laboral, etc. y una marabunta de normativa jurídica. Por ello, los despachos se enfrentan ahora a una doble problemática: asesorar sobre las tecnologías (cuyo funcionamiento desconocen siquiera mínimamente) con un marco normativo aún plagado de lagunas, y estar al tanto de las novedades normativas que surjan, en un contexto en que se han multiplicado de forma exponencial.
3. Pérdida de competitividad: Los que tenemos cierta edad, aún recordamos las cuantiosas horas de búsqueda de jurisprudencia en los tomos de Aranzadi en el despacho, y la eficiencia y la felicidad que nos trajo después tener una base de datos, en la que indicando varias palabras clave aparecían varias resoluciones orientadas. Pues ahora, existen multitud de herramientas legaltech que permiten ahorros de tiempo tan llamativos como ese para otras tareas como la transcripción de juicios a documentos escritos, la elaboración automatizada de demandas estándar, la analítica predictiva de resolución de procedimientos, y la búsqueda aún más rápida de jurisprudencia, entre otros.
De hecho, un informe del Consejo General de la Abogacía de 2021 determinaba que el 80% de las tareas de los despachos son automatizables. Esto implica que los que las automaticen tendrán ahorros de tiempo notorios, y por ende, de costes. Y todo ello, redundará en una pérdida de competitividad de quienes no lo hagan. De ahí, que el desarrollo y consolidación de las firmas alternativas —ALSP— que, innovan en la forma de prestación del servicio legal o se apoyán de forma intensa en la tecnología, estén teniendo tantísimo éxito.
CONCLUSIÓN
En la actualidad, la tecnología ejerce una influencia sin precedentes en prácticamente todos los aspectos de la sociedad. Esto incluye un terreno que durante mucho tiempo se ha considerado inmutable: el mundo del Derecho. La era digital ha traído consigo cambios profundos en la práctica legal, lo que ha llevado a una creciente necesidad de especialización en tecnología y metodologías digitales entre los profesionales del Derecho en España.
Cuando la necesidad del cambio ya es evidente la urgencia hace que sea más difícil transformarse porque aumenta la rigidez, y se corre el riesgo de adoptar decisiones estratégicas precipitadas e inadecuadas. La resistencia a la digitalización ya no es una opción, y la flexibilidad y la adaptabilidad son ahora fundamentales para la supervivencia de los despachos jurídicos en un mundo en constante evolución.
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