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Deepfakes: manipulaciĆ³n de pruebas y su impacto en los procesos judiciales

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El equipo de Legalitas LAB planteĆ³ ayer una cuestiĆ³n interesante en Twitter (actualmente X): ĀæCĆ³mo afectarĆ­an los deepfakes a la abogacĆ­a? Este interrogante, que trasciende las fronteras de la mera curiosidad, nos ha animado a explorar en este artĆ­culo los lĆ­mites entre la realidad y la ficciĆ³n y su poder de manipulaciĆ³n.


Los deepfakes, tĆ©rmino que significa "falsificaciones profundas" en inglĆ©s, son creaciones digitales que utilizan algoritmos de IA para generar contenido audiovisual convincente. Ya no estamos hablando de ediciones rudimentarias en Photoshop o doblajes mal sincronizados; los deepfakes tienen la capacidad de intercambiar rostros, crear discursos ficticios y poner palabras en la boca de figuras pĆŗblicas de una manera que resulta difĆ­cil de discernir a simple vista.


En nuestra realidad actual donde la informaciĆ³n fluye a gran velocidad a travĆ©s de redes sociales y medios digitales, muchas veces sin pasar por procesos de verificaciĆ³n del contenido, los deepfakes pueden propagar desinformaciĆ³n a una escala alarmante. Esto tiene consecuencias devastadoras, ya que la confianza en lo que vemos y oĆ­mos es fundamental para el funcionamiento de una sociedad sana. Los efectos sociales y econĆ³micos de los deepfakes en campos como la polĆ­tica y los negocios podrĆ­an desencadenar repercusiones significativas, como desestabilizar mercados financieros o, en una escala mĆ”s reducida, fomentar situaciones de acoso y difamaciĆ³n.


DEEPFAKE Y EL PERITAJE INFORMƁTICO EN LOS PROCESOS JUDICIALES

En el sistema legal que nos ocupa, los deepfakes abren la puerta a la presentaciĆ³n de pruebas manipuladas en un procedimiento judicial, lo que podrĆ­a resultar en sentencias basadas en pruebas falsas. Dejando al margen ahora las consecuencias legales de la eventual presentaciĆ³n de pruebas falsificadas (delito de estafa ex artĆ­culo 250 CP, falsedad documental ex art. 390 CP o delitos contra la AdministraciĆ³n de Justicia ex art. 446 y siguientes CP), asĆ­ como la nulidad de actuaciones por resoluciones fundamentadas en pruebas declaradas falsas (STS 677/2010) esta nueva dimensiĆ³n de suplantaciĆ³n de pruebas, abarca dos tipos de deepfake:

  1. Deepvoice, mediante el cual clonan una voz o unen la voz original de un individuo para crear una secuencia artificial.

  2. Deepface, en la cual superponen el rostro del individuo y falsifican sus gestos, consiguiendo resultados extremadamente realistas. En un estudio reciente llevado a cabo por la revista cientƭfica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America), los investigadores concluyeron que los rostros generados sintƩticamente son prƔcticamente indistinguibles de los reales, incluso para personas que han sido capacitadas para identificar imƔgenes falsas tienen dificultades para distinguir entre contenido real y Deepfakes.

En un escenario donde la tecnologĆ­a puede generar contenido que es virtualmente indistinguible de la realidad, la cuestiĆ³n de la autenticidad de las pruebas judiciales se convierte en un nĆŗcleo problemĆ”tico. La habilidad para manipular imĆ”genes y sonidos a niveles asombrosos plantea la necesidad de reevaluar cĆ³mo se verifican y presentan las pruebas ante los tribunales. Los deepfakes, con su capacidad para distorsionar lo que es genuino y lo que es falso, desafĆ­an los fundamentos mismos de la carga probatoria y la acreditaciĆ³n de los hechos acaecidos; haciendo necesaria una respuesta contundente y precisa. Y es aquĆ­ donde el peritaje informĆ”tico emerge como un componente crĆ­tico para salvaguardar la justicia.



El peritaje informĆ”tico implica la intervenciĆ³n de expertos con un profundo conocimiento en la materia para analizar y autenticar pruebas de carĆ”cter digital. SegĆŗn lo establecido en el artĆ­culo 335.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la contribuciĆ³n de peritos con conocimientos cientĆ­ficos y tĆ©cnicos se vuelve fundamental para valorar pruebas complejas y para determinar su veracidad. En el caso de deepfakes y la manipulaciĆ³n de pruebas digitales, la experiencia de los peritos informĆ”ticos es crucial para determinar si las pruebas presentadas son genuinas o han sido alteradas.

Ante la posibilidad de pruebas manipuladas, el peritaje informĆ”tico ya no se limita sĆ³lo a actuaciones en procesos penales para la investigaciĆ³n de hechos presuntamente delictivos o delitos informĆ”ticos, sino que los procedimientos civiles, administrativos y sociales ahora tambiĆ©n demandarĆ”n su intervenciĆ³n para salvaguardar la integridad del proceso judicial. AdemĆ”s, sus funciones se extenderĆ”n mĆ”s allĆ” de la certificaciĆ³n de la cadena de custodia de pruebas digitales, pues se les exigirĆ” un profundo conocimiento en ciberseguridad y herramientas de verificaciĆ³n. AsĆ­ por ejemplo, el perito informĆ”tico deberĆ” conocer tĆ©cnicas de revisiĆ³n de la armonĆ­a de la secuencia, coherencia del contenido, bĆŗsqueda de la fuente del video y duraciĆ³n o sincronizaciĆ³n, entre otros.


CONCLUSIƓN

En conclusiĆ³n, los #Deepfakes representan una amenaza significativa para la abogacĆ­a y los procesos judiciales. La capacidad de crear contenido falso convincente plantea desafĆ­os serios para la acreditaciĆ³n de hechos en los tribunales. Es imperativo que la sociedad, los profesionales legales y los responsables de la tecnologĆ­a colaboren para mitigar los riesgos y garantizar que la justicia prevalezca en un mundo cada vez mĆ”s digital y complejo.



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